Si nos paramos a pensarlo, la creatividad es algo difícil de contener en ciertos entornos. Cuando nos rodeamos de niños, acabamos actuando e incluso hablando como ellos. Y qué decís de visitar un parque de atracciones, o el circo, terminamos pensando y haciendo cosas que en otros entornos jamás fluirían. Lo mismo ocurre cuando trabajamos o vivimos con gente tremendamente creativa, las aptitudes creativas se acaban contagiando, de manera natural. Por ello, si además somos conscientes de este hecho, podremos aprovecharnos aún más esa circunstancia.
Cuando gente creativa comienza a poner ideas en común, ocurren cosas sorprendentes. De hecho, no es habitual que una idea genial provenga de una única mente. El problema está en que no es habitual que un grupo de personas compartan sus ideas, somos muy cautelosos a la hora de mostrar lo que creemos pueda ser una gran idea. Sin embargo, debemos romper con ese temor a que nos roben algo que consideramos como nuestro. Es más, si llevamos un tiempo dándole vueltas a cierta idea, sin haber hecho nada con ella, debemos plantearnos que el motivo puede ser su falta de madurez para poder llevarla a cabo, o el desconocimiento de los medios para ello. Debemos sacar esa idea de nuestra cabeza, compartirla con nuestro entorno, y saber aprovechar las mentes creativas de nuestro entorno para terminar de darle forma y conseguir materializarla.
El compartir una idea hará, por un lado, que nos contagiemos de la creatividad de otros y podamos terminar de definir una idea antigua, y por otro lado, la atmósfera inspiradora que se crea al compartir ideas, provocará que nuestra cabeza comience a generar otras nuevas. Se mire por donde se mire, compartiendo seremos los primeros beneficiarios.
Os recomendamos el artículo de Seth Godin (link), “BIG IDEAS”, en el que incide en la importancia de compartir las ideas: http://sethgodin.typepad.com/seths_blog/2007/09/big-ideas.html
